Los estudiantes del curso han tenido la oportunidad de involucrarse en proyectos significativos y variados. Fue así como los alumnos tuvieron la oportunidad de conocer tres instancias de intervenciones psicosociales variadas y diferentes entre sí. La primera fue del profesor Camilo Quinteros, quien llevó a cabo una «intervención con respecto al hip-hop en una población específica de Santiago», explorando cómo las expresiones culturales pueden ser canales para la intervención social. Por otra parte, Cristóbal Guevara ha colaborado en proyectos apoyados por el Ministerio del Deporte, implementando intervenciones psicosociales en contextos de formación deportiva. Evelyn Norambuena, presentó un proyecto extenso realizado en la Región del Maule, trabajando directamente con los equipos directivos de los colegios para el mejoramiento de la Convivencia y la Salud Mental Escolar.
Estos ejemplos resaltan la diversidad de aplicaciones de las intervenciones psicosociales y cómo estos proyectos se adaptan a las necesidades específicas de las comunidades. «Hay muchas maneras de hacer intervención psicosocial y no es que una sea correcta y la otra sea mala, sino que es parte de lo que uno encuentra», explica la Dra. Jorquera, enfatizando que la intervención psicosocial es un campo que admite y requiere de un amplio espectro de enfoques y disciplinas.
La interdisciplinariedad es una característica destacada de estas intervenciones, ya que no se limitan a la psicología. «Yo podría juntarme con un abogado y un trabajador social, un sociólogo, una enfermera y hacemos algún proyecto de intervención», comenta la Dra. Jorquera, ilustrando la colaboración entre diferentes áreas de conocimiento.
Los tres tipos de intervenciones psicosociales
Usando el Hip-Hop como pilar central en Intervenciones psicosociales
Camilo Quinteros compartió su enfoque sobre la intervención psicosocial, utilizando la cultura hip hop como eje central. Destacó cómo este movimiento cultural, comúnmente reducido a su expresión musical, tiene un potencial significativo para fomentar el cambio social y personal dentro de las comunidades.
Quinteros argumentó que el hip hop va más allá de la música, incluyendo elementos como el graffiti, el breaking y los conocimientos inherentes a esta cultura, que contribuyen a «salvar vidas» y orientar las acciones comunitarias. Esta perspectiva permite que los participantes de la intervención asuman roles activos, creando sus propias narrativas y enfrentando desafíos cotidianos con recursos culturales que resuenan con su realidad.
«Es tratar de ir ligándolo como un eje central de lo que puede ser una intervención psicosocial,» explicó Quinteros, enfatizando la importancia de la cultura hip hop en el desarrollo de programas sociales.
En su exposición, se enfatizó la importancia del conocimiento profundo de la historia y elementos del hip hop, no solo en su contexto original de los Estados Unidos sino también adaptado a las realidades de Latinoamérica. «Conocer qué es la cultura hip hop, qué elementos la componen, quiénes la componen, por qué, desde dónde surge, bajo qué condiciones contextuales,» mencionó Quinteros, subrayando la relevancia de adaptar la intervención a cada contexto cultural específico.
Además, Camilo Quinteros describió sus experiencias trabajando con diversos grupos etarios, desde niños hasta adultos mayores, utilizando el hip hop para conectar y educar a través de generaciones. Las actividades van desde talleres hasta la creación de murales en espacios públicos, buscando transformar entornos y mejorar la calidad de vida de los habitantes.
«Lo que hacíamos en el fondo era poder generar un espacio más amable para la gente que estaba ahí,» explicó, destacando la transformación de espacios a través del arte y la cultura.
Quinteros cerró su exposición destacando que el éxito de estas intervenciones radica en la combinación de teoría y práctica, y en la capacidad de los intervencionistas de verse a sí mismos como parte de la comunidad, aprendiendo y evolucionando junto con ella. «Se pueden hacer cosas bajo lo que también no hace sentido a nosotros,» concluyó, mostrando que la cultura hip hop es una herramienta versátil y poderosa para el desarrollo comunitario y el bienestar social.
El deporte como herramienta para las Intervenciones Psicosociales
Cristóbal Guevara, en exposición, detalló su amplia experiencia en programas de intervención psicosocial a través del deporte, destacando cómo estas actividades fomentan el bienestar integral y el desarrollo socioemocional de niños y adolescentes. Guevara ha trabajado en varios programas significativos como las Escuelas Deportivas Integrales y Fútbol Más.
Actualmente, está involucrado en el programa «Crecer en Movimiento» del Instituto Nacional de Deportes, que apunta a instaurar la práctica deportiva desde la infancia hasta la adolescencia en diversos entornos como barrios, colegios y centros deportivos. Guevara explicó, «el programa busca que niños y niñas adquieran cierta sistematicidad hacia el deporte y la actividad física, entendiendo que tiene un rol de salud, un rol de cambios, un rol de bienestar integral”. El programa busca “que los niños y niñas adquieran una rutina hacia el deporte y la actividad física, entendiendo su papel crucial en la salud y el bienestar integral», afirmó.
Como psicólogo, su enfoque dentro del programa es asegurar que haya motivación intrínseca y se vean desarrolladas las necesidades psicológicas básicas, como la autonomía, la competencia y las relaciones sociales, aspectos que se integren efectivamente en las actividades deportivas. «Yo soy el encargado de transmitir a profesores, instructores, monitores, entrenadores deportivos que trabajen estos factores», destacó, enfatizando la importancia de crear un ambiente positivo y valorativo.
Guevara también subrayó su papel activo en el terreno, asistiendo y supervisando a profesionales en la implementación de estos enfoques. Su trabajo no solo se limita a la gestión y la supervisión, sino que también incluye el reclutamiento y la selección de personal para el programa, diseñando perfiles de cargo y planificando actividades.
En resumen, la intervención de Cristóbal Guevara resalta el impacto profundo del deporte como herramienta de intervención psicosocial, promoviendo no solo la actividad física sino también el crecimiento personal y comunitario de los jóvenes participantes.
“A Convivir se Aprende” transformando la Convivencia y Salud Mental Escolar
Evelyn Norambuena, presentó los logros y desafíos del programa «A Convivir Se Aprende». Esta iniciativa, patrocinada por el Ministerio de Educación en el marco del Plan de Reactivación Educativa post-pandemia, busca mejorar la gestión de la convivencia escolar a través de un enfoque innovador que prioriza el trabajo con los equipos de gestión escolar en lugar de intervenciones directas con estudiantes o profesores.
«Lo que buscamos con ‘A Convivir Se Aprende’ es realmente cambiar la dinámica de nuestras escuelas, fortaleciendo las capacidades de quienes las gestionan», comentó Norambuena durante su ponencia. «Tradicionalmente, cuando pensamos en salud mental o bienestar escolar, pensamos en intervenciones de psicólogos o trabajadores sociales. Nuestro enfoque busca involucrar a toda la comunidad educativa.»
Evelyn destacó la importancia de adaptar las intervenciones a cada contexto específico, reflejando un enfoque territorial que considera las particularidades culturales y sociales de cada región. «En la Región del Maule, por ejemplo, las necesidades y el contexto de una escuela en Talca son muy diferentes a las de una pequeña escuela en Chanco. Nuestro programa permite esa flexibilidad y adaptación», explicó.
La socióloga también subrayó la necesidad de pasar de un modelo reactivo a uno proactivo en la gestión de la convivencia escolar. «Las escuelas están constantemente apagando incendios. Esto quiere decir que están constantemente en una crisis. Con ‘A Convivir Se Aprende’, queremos dar vuelta eso, enfocándonos más en la promoción y las intervenciones universales que benefician a toda la comunidad escolar», indicó.
El programa no solo se centra en la gestión de crisis, sino que también promueve intervenciones preventivas y proactivas. «Identificamos tres niveles de intervención: universal, focalizado y específico. Empezamos con acciones que benefician a todos, luego nos enfocamos en grupos específicos que necesitan más apoyo, y finalmente abordamos los casos más críticos», detalló Evelyn, describiendo la estructura de intervención en forma de pirámide que busca implementar el programa.
Las innovaciones que propone la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago, dirigidas por el doctor Rodrigo Rojas Andrade, incluyen el uso de diagnósticos iniciales, seguimiento del progreso y una colaboración interinstitucional para ajustar y optimizar las intervenciones según las necesidades detectadas. «Estamos usando una gran cantidad de datos cuantitativos y cualitativos para tomar decisiones más informadas sobre nuestras intervenciones», añadió Norambuena.
El enfoque colaborativo también es crucial, como lo ilustra la participación de la comunidad educativa en comunidades de aprendizaje. «No es solo un programa que se implementa desde arriba hacia abajo. Es un diálogo, un intercambio de experiencias y mejores prácticas entre escuelas que están implementando el modelo y aquellas que están aprendiendo sobre él», dijo Evelyn.
Con este enfoque integral y colaborativo, Evelyn Norambuena y el equipo de “A Convivir se Aprende” aspiran a transformar no solo la gestión de la convivencia escolar sino también a mejorar las relaciones entre los actores educativos y reducir los niveles de violencia y denuncias en el sistema educativo chileno.
Los proyectos variados, desde intervenciones basadas en la cultura hip-hop hasta programas de desarrollo deportivo y mejora de la convivencia escolar, ilustran la diversidad y adaptabilidad de las intervenciones psicosociales a las necesidades comunitarias. Este enfoque no solo es interdisciplinario, sino también colaborativo, permitiendo a los estudiantes y profesionales de diferentes áreas trabajar conjuntamente en proyectos que integran teoría y práctica. La experiencia práctica se resalta como un componente crucial en la formación de futuros profesionales psicosociales, preparándolos para enfrentar y transformar la realidad social con un amplio espectro de enfoques y herramientas.